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PARTIDOS POLÍTICOS TRADICIONALES EN URUGUAY, LA LUCHA POR LA SUBSISTENCIA EN EL ESPECTRO POLÍTICO.



Por: Yesid M. Villanueva
Miguel Rolando Castillo

Uruguay es un país pequeño, con algo más de tres millones de habitantes, es un país que durante su construcción como nación y como Estado, ha sido protagonista de diversos fenómenos que no han pasado ajenos a la mayoría de los países suramericanos: la presencia de partidos políticos fuertes y longevos (Partido Colorado y Partido Blanco), disputas entre ideologías derecha – izquierda, la presencia de grupos armados e insurgentes, e incluso dictaduras cívico- militares.

Así como en América Latina se vivió durante los años 70 una ola de dictaduras en la gran mayoría de sus países, Uruguay no se vio alejado a este fenómeno el cual provocó un sisma en las bases de la sociedad y el Estado, viéndose este ultimo debilitado en su proyecto trazado de Estado benefactor, todos los logros alcanzados se vieron diezmados por el gobierno militar sobretodo en lo referente a lo social.

Si se analiza desde el punto de vista del aporte académico de Sartori el fenómeno en Uruguay se vio altamente polarizado ya que se profundizaron en el escenario político los conflictos, en particular los encabezados por los diferentes grupos sociales, dándose un fenómeno de centrifugación en el escenario Uruguayo.   

Esto nos lleva analizar que – como en varios países de América Latina – la presencia de dictaduras militares favorecieron o estancaron el proceso político visto desde la representación y participación de los partidos políticos y la libertad de la sociedad para constituir movimientos capaces de intervenir en la construcción de dicho país; sin embargo, Uruguay logra salir por completo de las dictaduras, dando paso nuevamente a los partidos políticos fuertes, pero con un agravante (para estos partidos) surgen nuevos partidos capaces de entrar en la competencia por el poder.

Durante el desarrollo de este escrito, nos propondremos explicar sin tocar profundamente los temas debido a las limitaciones del mismo, ¿Qué influencia tuvo la presencia de movilizaciones populares en la consolidación de los partidos tradicionales uruguayos y la superación de una dictadura militar durante los años 1980 y 1985? Entendiendo especialmente que los partidos blanco y colorado se han mantenido a lo largo de la construcción política e histórica de Uruguay y que este periodo constituyo para Uruguay la superación de crisis económicas y una dictadura militar que estaba restando importancia a los partidos políticos de dicho país.

HISTORIA DE LOS PARTIDOS URUGUAYOS

Hablar de la historia política de Uruguay es remontarnos a hablar de la historia del país mas joven de América del Sur, y por consiguiente, hablar de su sistema de partidos, es un aspecto que aun varios autores se han propuesto estudiar, especialmente por la complejidad de su sistema electoral que se nutre de particularidades y que se complementa con la existencia de un bipartidismo que marcaba su composición política hace tan poco unos cuantos años. su democracia, es considerada una de las mas estables en América del Sur, debido al alto grado de politización de los uruguayos, además de la ventaja que supone la pequeña distribución territorial del país.  "su historia política es la de una democracia estable cuyas crisis internas han sido superadas por los propios uruguayos usando siempre el recurso de los partidos políticos" (Barreiro, 1993) esto demuestra el comportamiento políticamente disciplinado que caracterizo a la población uruguaya, durante los primeros años de consolidación de los partidos políticos antes llamados por Barreiro "bandos" que surgieron después del nacimiento de Uruguay como nación y como Estado por lo que se consideraban grupos políticos de "arrastre social" más que partidos políticos, puesto que estos, durante el siglo pasado, estaban más interesados por temas netamente gubernativos que estatales, en otras palabras, sus objetivos se encaminaban a la determinación de quienes gobiernan y ostentan el poder, que un imaginario de país, que trascendiera las políticas de gobiernos.

Barreiro va a tomar el concepto de diferentes autores que indican que la construcción política de Uruguay se establece con la particularidad de una "partidocracia" alegando, precisamente a la relación que había entre la sociedad civil y el papel de los partidos políticos en la toma de decisiones para la consolidación del naciente Estado. "en la vida política del Uruguay hay una relación tan estrecha entre el Estado, los partidos políticos y la sociedad civil que muchos autores se inclinaban a considerar el sistema político uruguayo como fruto de una partidocracia" (Barreiro, 1993)

fue entonces durante los años de 1973 y 1985 que se empieza a vivir una dictadura cívico-militar que luego va formar parte de la historia política uruguaya, donde según el autor esta etapa especial, va a causar modificaciones en la composición partidaria, política, social y económica del país; pero no de manera profunda, principalmente en la capacidad de los uruguayos para depositar la confianza en las instituciones partidarias del país, para su entonces los partidos tradicionales, blanco y colorado que hasta "antes de la segunda guerra mundial captaban entre estos la mitad del 90% del total de los votos", incluso, es menester afirmar que una vez unificada la identidad nacionalista de Uruguay como Estado, las mayorías de las bases populares, tendían a una mayor confianza en los partidos blanco y/o colorado, que incluso en las recientes instituciones del Estado, por aquello que aun se mantenía un recelo en la unificación de aquellos que nacionalmente no se sentían identificados con el proyecto nacionalista trazado por los gobiernos. 

EL SISTEMA ELECTORAL URUGUAYO: ¿GESTOR DEL BIPARTIDISMO?

Aunque sin ser nuestro objetivo, el señalar cual es y cómo funciona el sistema electoral uruguayo, es incomprensible hacer caso omiso a este, debido a la relación completa y a la vez compleja que desencadena con el sistema de partidos. La “ley de lemas” como se le conoce al sistema electoral, es para muchos analistas y autores que se han tomado la tarea de poner especial atención a Uruguay, uno de los sistemas más difíciles de comprender debido a sus características, la interpretación de los lemas, que a su vez identifican a cada partido político, la creación de sub lemas, que identifican aquellos aspectos políticos, sociales, económicos, etc. Que deben o merecen ser tratados en la esfera política por medio de la obtención del poder, bien sea representado en las intendencias, en la asamblea o en la presidencia de la república.

Un sistema electoral que permite la existencia de partidos políticos diferentes a los tradicionales,  que multiplica el principio fundamental de la democracia, donde todas las expresiones puedan ser representadas, y donde el elector sienta posible su participación de manera plena; es también objeto de críticas y los autores más cercanos a la experiencia misma señalaban que “… tal posición coincidía en lo fundamental con una valoración hipercrítica de los partidos y la idea del multipartidismo oculto bajo el ropaje del bipartidismo” (Buquet, Chasquetti, & Moraes, 1998) aludiendo a las características legales y jurídicas que daban vida al “régimen electoral” que más adelante mencionaran los autores, donde se seguía manteniendo una idea marcada de bipartidismo, que planteaba la posibilidad de dar apertura a un multipartidismo, por lo que más tarde, los autores mencionaran la idea que tuvieron los partidos tradicionales a la hora de gestar un sistema de lemas electorales que es permitiera “perpetuar la mayoría electoral de estos partidos frente a la izquierda y disminuir al máximo las fuerzas centrifugas muy intensas que los han atravesado desde su origen” (Buquet, Chasquetti, & Moraes, 1998) la disputa no solo era por mantener un bipartidismo que aunque opuesto entre sí, encontraban intereses comunes, para este caso, apartar a la izquierda de todo tipo de representación, haciendo un sistema que en la fallada permitiese y diera vía libre a la conformación de partidos políticos con esta ideología, que lograra una participación en la esfera política, no sin antes contar que las causas que dieron origen a un nuevo régimen electoral fue precisamente gestado por quienes mantenían el poder, y pretendían seguir manteniéndolo, aunque tuviesen que disputarlo entre sí. Por lo que a esta interpretación basados en la compresión a Buquet y otros, el sistema electoral uruguayo, si se prestó para dar continuidad a la lógica partidista uruguaya, el bipartidismo.

DICTADURA MILITAR EN URUGUAY: SURGIMIENTO DE NUEVAS FUERZAS POLITICAS.

Cuando nos referimos a la historia política de Uruguay no podemos dejar de lado su pasado de dictadura militar, la cual sufrió duramente durante la década de los setenta, este acontecimiento en la vida política del país suramericano, podríamos decir que fue el punto crítico en lo referente a la debilitación de las bases fundamentales del Estado, llegando a afectar profundamente la institucionalidad que había representado durante casi siglo  y medio a uno de los países más respetuoso de la voz del pueblo, la representación Democrática. (Caetano & Rilla, 1994)

Para referirnos a la etapa de dictadura militar que sufrió Uruguay debemos encaminarnos desde los inicios del año de 1904, ventana temporal en la cual se consolidaba en la nación suramericana un Estado del tipo benefactor, llegando a logros de tipo social como el impulsar el desarrollo sin precedentes de las pequeñas industrias cumpliendo así con el por entonces implementado en la región, modelo de la sustitución de importaciones, pretendiendo así el blindaje de la economía nacional, dándole el impulso necesario a los pequeños productores para poder cumplir con la demanda interna de productos por parte del consumidor Uruguayo, en gran medida dichos productos del sector pecuario encaminado a las exportaciones en su gran mayoría e igualmente a la satisfacción de la demanda interna.

Estas políticas implantadas durante el gobierno de José Batlle el representante del Partido Colorado buscaban reformar el País desde sus raíces más profundas, llegando incluso a aniquilar los reductos aún alzados en armas del Partido Nacional, pretendiendo así tener vía libre en su proyecto de Nación, implementar la estatización de la prestación de servicios públicos, inició un proceso exhaustivo de redistribución de ingresos sobretodo en la clase media Uruguaya basado en los impuestos sobre las propiedades. Para Batlle es el Estado el perfecto regulador de la sociedad en general y de su mínima parte, el hombre trabajador, cómo lo llega a calificar el Caudillo del Partido Colorado, ya que para él la existencia de clases sociales no era benéfico para la Nación, lo único que se podría hacer era el reconocer los diferentes conflictos entre los diversos niveles de la sociedad para así intervenir y entrar a mediar el Estado como regulador plenipotenciario. (Weinstein, 1988)

Es así cómo se plantea al Estado como el regulador y mediador casi perfecto, entrando a tratar de reducir los diferentes conflictos, disminución de las diferencias entre clases pretendiendo dar la imagen en la región de una Nación igualitaria, lo cual se logró proyectar durante más de una década hasta que sus sucesores desprestigian el legado político llegando a el punto de caer en un populismo, a pesar de lo cual la estabilidad económica del país se mantuvo como una de las más fuertes de América Latina llegando a mostrar el país como un imaginario de potencia regional llegando a darle el calificativo de la “Suiza de América Latina”, lo cual fue presentado con orgullo por Batlle, sin imaginar que más adelante al año siguiente Uruguay sería golpeado por la crisis económica llegando a golpear las hasta ahora sólidas bases del Estado benefactor lo cual fue aprovechado para implementar un gobierno de corte militar presentando dicha crisis económica cómo el fracaso del Estado benefactor planteado por los Colorados y cómo la excusa perfecta para cambio de gobierno impulsado este por el descontento de la clase media debido a las restricciones económicas que se empezaban a sentir, e igualmente el sector ganadero el cual se vio desplazado por las nuevas demandas del mercado mundial las cuales no podían ser afrontadas por una débil industria nacional estancada y desactualizada.

Todo lo anteriormente expuesto desencadenó la pérdida del poder ostentado durante casi cien años por parte del partido Colorado, cediendo el lugar a el partido Nacional, la sociedad Uruguaya esperanzada en un cambio dramático de su gobierno que buscara una redistribución y se centrara en lo social, estos se percataron de la elección de las facciones más conservadoras  de dicho partido lo cual generó un claro descontento dentro de las filas del partido, esto lo podríamos interpretar como un fenómeno de atomización del partido debido a  que estas facciones que ya no se sentían representadas por  su propio partido optan por militar en nuevas expresiones políticas.

Con el tiempo los descontentos militantes del Partido Colorado se enfrentan a un panorama totalmente diferente a los planteamientos y directrices trazadas por sus directivas, desde adelantar unas políticas totalmente antiindustriales, hasta llegar al extremo del antiproteccionismo, se aplicaron una serie de medidas económicas como la desarticulación de del sistema de cambios múltiples que era uno de los principales sustentos de la industria Uruguaya, estableciendo en su lugar el cambio único el cual se regía mediante la ley de la oferta y la demanda, en lo concerniente al manejo del comercio exterior este se vio afectado por nuevos criterios de regulación.

A pesar de la clara política liberal de las nuevas directrices estas no fueron implementadas ya que a pesar de dar liberalización en cierta medida a la economía por otra parte se mantuvo algo de política conservadora debido a que la industria continuó con cierta protección, igualmente mediante la imposición de impuestos a las exportaciones se le dio un impulso económico dotando de recursos al Estado.

Estas medidas generaron una serie de descontentos en especial en la población de los centros urbanos, llegando a presentarse un incremento en los grupos sindicales del Uruguay, vemos aquí cómo las medidas impopulares generan unas respuestas inmediatas en la sociedad en general, el sistema social mediante los inputs y outputs busca mantenerse y sobrevivir, este sistema de retroalimentación es primordial en los partidos políticos y los movimientos sociales, ya que ante las deficiencias tanto latentes como consecuentes de los diferentes partidos políticos, son los movimientos sociales los que nacen como respuesta a estas deficiencias y vacíos generados desde los partidos políticos, este fenómeno también nos ayuda a entender el fraccionamiento de los partidos políticos de tradición ya que los militantes de los partidos tradicionales al detectar fallas e incongruencias en las políticas e ideologías que han servido de pilares fundamentales al partido, buscan nuevas propuestas e incluso ellos mismos generan nuevas opciones tanto para ellos como para el ciudadano del común, dándose así la formación de nuevos partidos políticos que atomizan el espectro tanto del bipartidismo como del multipartidismo.

En Uruguay el incremento de los grupos sindicales de todo tipo, desde miembros de clase media, miembros de la banca, obreros y maestros  generó una serie de pugnas entre estos y el sistema, las cuales se intensificaron hasta el punto de presentarse parálisis en el suministro de servicios públicos cómo se llegó a dar en el sector energético, los grupos sindicales del sector de la energía presionaron mediante un corte del servicio en la ciudad capital, el más claro ejemplo de grupo de presión en el sistema, esta situación conllevo a una dura respuesta por parte del gobierno de turno el cual reacciona mediante lo que se conoce en Uruguay como Medidas Prontas de Seguridad, lo que equivale a la implantación de la figura de Estado de Sitio.

En Uruguay los movimientos sociales vieron en el gobierno de Oscar Gestido el último intento de aquel entonces por llamar a la reconciliación con los sectores sociales más inconformes, pero los movimientos sociales sufrieron un duro golpe ya que Gestido fallece en el año de 1976, la transición presidencial según lo escrito en la constitución es asumida por el vicepresidente como en la mayoría de las democracias, es así cómo asume la silla presidencial Jorge Pacheco Areco, Uruguay inicia una etapa de reestructuración radical, la cual nada tenía en común con la forma tradicional de los gobiernos conciliadores Uruguayos. (Chagas & Trullen, 2005)

Uruguay inicia una conducción basada en la figura presidencial como el ente por excelencia del poder, Pacheco se encarga de incrementar los poderes presidenciales y de su autoridad en el manejo del país. Es así como la Uruguay de las mediaciones y de los compromisos sociales adquiridos con los diferentes grupos de presión y de los diferentes movimientos sociales se acababa, iniciando una nueva etapa de represión hacía los movimientos sociales llegando a declarar como ilegales a los partidos políticos y agrupaciones de ideología de izquierdas, se llegó incluso a la clausura de medios escritos de comunicación de la oposición, es así cómo se perdía toda posibilidad de mediación y de ejercer su papel de críticos y veedores del gobierno de turno, vemos aquí el claro ejemplo de la polarización del sistema, las diferencias entre los grupos y partidos políticos se profundizan y la figura Democrática entra en crisis ya que los consensos se hacen más débiles y escasos entre las partes en pugna.

En Uruguay la transición al nuevo gobierno genera molestias no sólo en la sociedad en general, igualmente en el parlamento se empiezan a presentar enfrentamientos con el Ejecutivo, en el cual ven a un opresor de la democracia Uruguaya que se había caracterizado por el diálogo y el consenso, esto se profundiza cuando se inicia la fórmula de reemplazar funcionarios civiles tanto del sector público como del privado por militares de alto grado en la oficialidad, llegando a el grado de sobrepasar la constitucionalidad del país al gobernar únicamente por decreto para poder garantizar su política de mano dura, es claro que la legitimidad del gobierno de turno estaba entredicho debido a las medidas adoptadas por Jorge Pacheco.

A pesar de las duras medidas adoptadas por el gobierno precedido por Areco, este contó con el apoyo de una gran parte de la población Uruguaya y no precisamente de las élites del país, sorprendentemente el apoyo lo recibió tanto de un gran número de empresarios como de estratos bajos del pueblo Uruguayo, lo cual no estuvo ajeno de la violencia política en el país, ya que la parte de la población que no se sentía representada por su presidente, consideraba que estaban bajo un autoritarismo, la democracia que los había caracterizado como una de los países más democráticos de la región se desmoronaba ante sus ojos.

Dicha polarización se agrava con el pasar de los días entrando en un proceso de profunda crisis generando el nacimiento de un grupo subversivo conocido como los Tupamaros, el cual se convertiría en un grupo alzado en armas que se opone a la forma de manejo que Areco le da al país, dicha guerrilla urbana incrementa sus acciones y pretende levantar a la población, tanto los movimientos sindicales como los estudiantiles se ven inmersos en un clima de violencia sin precedentes en la historia del país, desde casos de secuestro, torturas, hasta asesinatos y diversos casos de violación a los Derechos Humanos presentaban un panorama de caos y  crisis de la democracia Uruguaya, el cual acompañó a la Nación Latina hasta los comicios de 1971, los cuales se dan en un clima político enrarecido por los acontecimientos violentos y un gobierno autoritario que a pesar de su mano dura presenta una serie de normas que se llegan a considerar democráticas como el hecho de que por primera vez en la historia del país los militares pudieran votar,  se permitió la elección popular de autoridades tanto del orden departamental como nacional, igualmente se realizó un plebiscito para consultar al pueblo sobre un proyecto de reforma constitucional con el cual se pretendía aprobar la posibilidad de reelección presidencial. (Núñez & Bula, 1969)

Pero el acontecimiento más trascendental en esta etapa de la Nación es el de la entrada en contexto del movimiento Tupamaro, constituyéndose en el movimiento alzado en armas más representante de la región, el cual nace en el momento de mayor crisis en el sistema político del país. El grupo insurgente recibiría el apoyo y los aportes tanto de grupos de ideología socialista como de otras vertientes de la izquierda, no solamente a nivel nacional sino de otros países de la región, sorprendentemente una parte del catolicismo decide dar apoyo al planteamiento de los Tupamaros y es de este aporte que se desprenden cierta verticalidad del grupo insurgente.

El grupo insurgente inicialmente se plantea cómo el brazo armado de los movimientos de izquierda en el país, incluyendo a la izquierda política que se sentía diezmada por el gobierno de turno, adoptan las tácticas de lucha cubana debido a que pretenden enfocar su lucha en el sector rural, pero el grupo guerrillero se ve obligado a replantear y desarrolla un nuevo accionar convirtiéndose en un movimiento no sólo revolucionario sino también político, el cual debe actuar no sólo en el campo, lo debe hacer igualmente en las urbes de la Nación.

El grupo insurgente Tupamaro evoluciona y se llega a convertir en lo que más adelante sería el Movimiento de Liberación Nacional, así llegaría a constituirse en un grupo político revolucionario basando sus acciones en golpes directos en las principales urbes de Uruguay. (Castro Buriano, 1986)

Es así como en la Nación Austral llegan a presentarse en la carrera por la presidencia del lado de las fuerzas reformistas que propugnan por ir en contra de las ya establecidas normas neoliberales impuestas por las grandes instituciones de las elites mundiales, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, Wilson Ferreira, un líder que representa la ascendencia del Partido Nacional trayendo propuestas renovadoras de tinte socialista que por entonces llamaban la atención de  una sociedad que se siente coaccionada por el gobierno de turno. Por su parte la derecha de la Nación encabezada por el Partido Colorado presentó su propuesta, por otro lado las fuerzas y movimientos de izquierdas representados en lo que se llega a denominar el Frente Amplio en cabeza de Liber Seregni como su candidato a la presidencia el cual representaba la aglutinación de varios grupos de la izquierda independiente, tanto comunistas como socialistas e incluso fuerzas demócrata-cristianas.

A pesar del triunfo en las urnas de la derecha en cabeza del Partido Político Colorado, la fragmentación que se presentaba en el país debido a la débil y la resquebrajada gobernabilidad que se presentaba por esos días, incrementaron los rumores que se escuchaban en los recintos de las élites de un posible golpe militar en el cual estarían involucrados altos mandos de las Fuerzas Armadas, igualmente se incrementaron los indicios de que el País iba hacia una nueva fase de tendencia derechista favorecida por la creciente autonomía de los altos mandos castrenses, una clara tendencia durante esa época en América Latina, es así cómo los rumores cada vez cobraban más fuerza debido al creciente protagonismo político de los políticos, a la devastada estabilidad parlamentaria y a un sistema de partidos que tendía hacia una polarización sin precedentes en la nación austral.

Finalmente el golpe de estado se produce en dos etapas, en la primera dada en el mes de febrero de 1973, los altos mandos se manifiestan rechazando la designación como su ministro de defensa del general Francés, desencadenando una fuerte crisis institucional en la que el presidente Bordaberry acudió al pueblo para pedir su apoyo y así evitar el intento de sublevación, pero la respuesta de la sociedad fue incipiente quedando demostrado el grado de descontento del pueblo con la gestión precedida por este debido a la imagen de desprestigio. La cúpula militar al confirmar el descontento del pueblo con el gobierno de turno hace público lo que se llega a conocer cómo los Comunicados 4 y 7, los cuales contienen propuestas como la solución a el desempleo rampante que se presentaba en el país, plantean igualmente iniciar una lucha contra la corrupción en todas las esferas de la sociedad y dar solución a la elevada deuda externa.

El golpe militar da su culmen con la aceptación de Bordaberry de firmar el documento conocido como el acuerdo de Boisso Lanza, nombre recibido de la base de la Fuerza Aérea Uruguaya donde se dio el acuerdo entre el presidente y los altos mandos militares, en dicho acuerdo se da creación al Consejo de Seguridad Nacional. (Rico, 2005)

DESPUÉS DE LA DICTADURA: ¿LA OPORTUNIDAD DEL PLURIPARTIDISMO?

El contexto de Uruguay permitió el nacimiento no solo de movimientos sociales que abarcaban la participación de civiles y gremios asociados como sindicatos, maestros, estudiantes, entre otros; sino que además permitió también la transformación de grupos políticos que por medio de las armas se habían constituido como respuesta defensiva ante el régimen, lo que dio lugar al quiebre del bipartidismo y a la obligatoriedad de dar espacio en el espectro político y decisorio a la oposición, en este sentido a la izquierda uruguaya representadas en sus diferentes facciones.

Por un lado, Uruguay mantiene un sistema de partidos altamente institucionalizado, cuya evidencia resalta en la mutación producida por la incorporación de un tercer actor sobre el longevo bipartidismo, dando muestras de los procesos de “aprendizaje forzoso” que exige el sistema a los nuevos competidores. (Buquet, Chasquetti, & Moraes, 1998)

Los uruguayos no han perdido la confianza en los partidos políticos, en parte por la conservación de sus posturas ideológicas, aquellas que les diferencian; pero no por ello las concepciones no han permanecido como hace unos cincuenta años, donde el bipartidismo estaba en su mejor momento, o mejor, no veían tan cercana la posibilidad de compartir con un tercero el poder, pero ello pasó, luego de la dictadura, se transformó no solo el escenario político, sino también la perspectiva de los uruguayos al momento de decidir y de comprender cuál sería el futuro político de su país, ello se vio cuando la izquierda entro en el campo electoral, y que apoyado por las bases, pudo llegar a representar en las diferentes entidades públicas, hasta cuando medidos en la presidencia con el partido Frente Amplio, logran llegar al cargo nacional de más importancia, acabando históricamente con el bipartidismo y restableciendo las políticas económicas, sociales y comerciales del país. Por lo tanto, y a lo que este texto concluye, que la aparición de dictaduras militar y civil en Uruguay si fue factor fundamental para que la composición bipartidista cambiara, para dar la oportunidad de dar espacio y presencia a partidos terceros, y para que los movimientos sociales comenzaran a tener un protagonismo, diferente al que estaban acostumbrados a tener antes de las dictaduras. 


BIBLIOGRAFÍA



Barreiro, J. (1993). El Sistema de Partidos Politicos en Uruguay. Montevideo: Universidad de la República.

Buquet, D., Chasquetti, D., & Moraes, J. A. (1998). Fragmentación Política y Gobierno en Uruguay: ¿UN ENFERMO IMAGINARIO? Montevideo: Instituto de Ciencia Politica. Facultad de Ciencias Sociales - Universidad de la República.

Buriano, A. (1986). El golpe de Estado del 27 de junio de 1973 en Uruguay. Montevideo.
Caetano, G., & Rilla, J. (1994). Historia contemporanea del Uruguay: de la colonia al Mercosur. Montevideo: Fin del siglo.

Castro Buriano, A. M. (1986). El golpe de Estado del 27 de junio de 1973 en Uruguay, tesis de licenciatura. Mexico D.F, Universidad Autonoma de Mexico, Mexico.

Chagas, J., & Trullen, G. (2005). Pacheco: la trama oculta del poder. Montevideo: Rumbo Editorial.

Núñez, C., & Bula, H. (1969). Los Tupamaros: vanguardia armada en el Uruguay. Montevideo: Provincias Unidas.

Rico, A. (2005). 15 dias que estremecieron al Uruguay: Golpe de Estado y huelga general: 27 de julio- 11 de julio de 1973. Montevideo: Fin del Siglo.

Weinstein, M. (1988). URUGUAY. Montevideo: Westview Press.


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