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EL ENTORNO ECONÓMICO COMO FASE INICIAL DE LA COMPETITIVIDAD

Hablar del entorno económico se presta y se torna demasiado denso de entrada, pues la economía abarca aspectos tan complejos en materia macro y micro económicos de un país, en ella se establecen las reglas del juego del mercado, tanto interno como externo, las tasas de intereses que pueden o no fomentar la generación de créditos e inversiones, reducir o elevar la inflación; en sí, son tantos los aspectos que maneja la económica que esta influye en lo más mínimo en las economías de primer nivel, los hogares.

Foto tomada de internet


Establecer una relación directa o indirecta entre el entorno económico, las políticas financieras y económicas y las prácticas empresariales, con la competitividad eficiente para el desarrollo de industrias capaces de obtener productos de calidad que sirvan como ejemplo en la economía global, con estándares adaptados a la realidad y necesidad de cada consumidor, brindando no solo un valor agregado, sino marcando una exclusividad en los mismos, no será en suma, tarea difícil de identificar, si bien porque la competitividad, como la creatividad y la innovación necesitan de entornos capaces de fomentarlos, conservarlos y reproducirlos.

Colombia ha tenido por años el deseo de mantener altos niveles de competitividad a nivel local, nacional e internacional, ello se puede observar en los esfuerzos que a través de los gobiernos se han instaurado para facilitar una confianza en la inversión comercial y financiera y en las políticas arancelarias y tributarias que han servido para establecer beneficios a quienes tienen la intención de exportar, demostrando calidad y estándares internacionales en sus bienes y/o servicios tanto como quienes quieren importar, con principios de calidad, economía y competitividad.

El Sistema Nacional de Competitividad, Ciencia, Tecnología e Innovación, en su informe para los años 2016 – 2017 se propuso hacer un análisis frente a la razón de ser de su existencia y los aprendizajes que desde los diez años de creación han obtenido, uno de ellos hace mención a que “la competitividad debe ser una apuesta nacional en la que empresarios, gobierno, academia y sociedad civil se articulen, para hacer frente a los cuellos de botella que limitan la capacidad de la economía y posibilitar un mayor bienestar a toda la población.” Si bien la articulación de estos bloques de la sociedad pueden darse de manera paulatina o sistemática, en Colombia, falta bastante para lograr que lejos de los intereses sectorizados, se establezca el interés por generar un país que compita dentro de los estándares internacionales de la economía. Un simple ejemplo de esta situación, el petróleo.

Ser independiente en Colombia no es fácil, y lograr una microempresa (inicialmente), que llegue a los puestos de las empresas más importantes del país, es todo un desafío. Los gobiernos nacional, departamental y municipal, se han puesto a la tarea de promover la generación de micro empresarios, donde a través de entidades como el Servicio Nacional de Aprendizaje SENA, Fondo Emprender, INNpulsa, se clasifican tipos de proyectos de carácter productivo, los cuales aplican para el desembolso de subsidios que se esperan, sirvan para la materialización de la propuesta empresarial,  la materialización debe entenderse aquí como la puesta en marcha de la actividad comercial y productiva, puesto que el acompañamiento durante el desarrollo como empresa, es poca o en ocasiones nula.
La Universidad EAN, a través de su grupo de investigación G3Pymes realizó un estudio de 10 años, donde observaron el comportamiento de aproximadamente 260 pequeñas y medianas empresas de 11 ciudades del país, logrando identificar que una de las barreras con las cuales se encuentran los microempresarios para mantenerse a flote en el mercado local, “es la poca importancia que le dan a la innovación y al conocimiento” es decir, la innovación requiere principalmente creatividad e imaginación, y a su vez, tiempo para desarrollarlo y en ocasiones, ese desarrollo requiere de una técnica, un conocimiento específico que articulado con la academia puede tener el resultado deseado. Los microempresarios, aun no ven a largo plazo la continuidad de su proyecto empresarial, estos prefieren una visión que les genere una rentabilidad a corto plazo donde la innovación no es un rubro que quieran incluir dentro de su inversión, puesto que les parece costosa y muy lenta en la relación costo beneficio, afirma Rafael Ignacio Pérez-Uribe, docente investigador del proyecto G3Pymes.

Ahora bien, ¿Se debe entender que el problema radica en el microempresario que no tiene clara -en ocasiones- la proyección que desea con su empresa o idea de productividad?, la falta de innovación, la timidez hacia la competitividad y los mercados externos, la no diferenciación de los gastos familiares de los empresariales, -esto como una estrategia de evasión de impuestos, donde se disminuyan las utilidades y se reduzca la tasa impositiva-, la poca voluntad política de que este tipo de ciclos rotatorios varíen, la no articulación de la academia con los procesos económicos y comerciales, (esto dado en primera instancia por la desconfianza y/o resistencia de los microempresarios hacia el área) son también factores que inciden dentro del entorno empresarial para la generación de nuevas empresas que bajo los criterios de innovación, valor agregado y competitividad puedan desarrollarse.

Andres Oppenheimer es un periodista y escritor argentino, residente en los Estados Unidos que durante años, ha estudiado los factores que inciden dentro de la innovación y la importancia de la tecnología en la misma, para el desarrollo de los países suramericanos como iconos de economía mundial. En su libro Crear o Morir, narra una serie de sucesos que en diferentes países se llevaron a cabo para conocer lo que hoy se pueden llamar grandes empresas e incluso multinacionales, principalmente en los Estados Unidos, donde el entorno y la opción del riesgo de generar empresa no trae consigo mayores cargas por parte del Estado como forma de limitar las ideas de los empresarios. Uno de estos ejemplos es el caso de Silicon Valley un lugar especial en el norte de california donde la creatividad tiene su origen, y donde ha sido el espacio propicio, no solo de crear una idea de empresa capaz de competir con en la economía global, sino además de materializarse como tal.

En el artículo Competitividad sistémica: Nuevo desafío a las empresas y a la política, publicado por la revista de la CEPAL N°59, Klaus Esser y demás académicos narran, como su título lo afirma, los desafíos a los cuales las empresas del hoy deberán enfrentarse para formar parte del cambio acelerado del mundo, de las tecnologías y de las exigencias en la competitividad en el mercado internacional, empresas que van desde las multinacionales de los países industrializados y desarrollados como los países en vías de desarrollo y con etapa inicial de industrialización, incluyendo el papel que deben cumplir la política por medio de sus máximos representantes para también ser engranaje dentro del proceso, donde la ortodoxia de mercado y la falla del mercado, son considerados como parte del desafío, sin embargo; “en el discurso económico prima una ortodoxia que, si bien reconoce en principio la falla de mercado --debido, entre otras cosas, a las externalidades-- , considera no obstante más grande el peligro de falla de Estado”. Entonces hablamos de que no solo la voluntad de competir en un mercado nacional o global, de innovar o hacer uso de las tecnologías dentro del proceso de productividad y comercialización de un bien o servicio es suficiente, se necesita de la voluntad política de Estado y de gobiernos para generar un entorno que sea permisivo con el riesgo que genera intentarlo, que pueda contribuir a la industrialización del país de manera paulatina, permitiendo incluso los pequeños proyectos, la articulación y planeación por medio de la academia, donde los estudios de mercado forman la base para la consideración en primera escala de la rentabilidad y justificación de la puesta de marcha de una propuesta comercial. 

La sociedad no es menos importante en todo el proceso de adaptación y cambio para la dinamización de la economía con altos estándares de calidad y competitividad, pues en esta radica que la competitividad se lleve a cabo, que se logre distinguir entre un producto de origen local y de origen extranjero y a su vez identificar las características que hacen del uno o del otro un producto útil, económico y óptimo para las necesidades de cada consumidor, es claro, que la misma dinámica del mercado determina la superioridad de un servicio o bien con base en la demanda por parte del consumidor final, y este se ha vuelto más exigente en lo que demanda, y uno de los motores de este impulso, es la tecnología, la sociedad requiere bienes o servicios que se acoplen a la transformación tecnológica, a la facilidad que brinda el uso de la información, las redes sociales, las aplicaciones móviles y las redes de comunicación.

Las Pymes representan el 99% del total de las empresas del país, aportando un 38% del PIB total, si bien no es una cifra exorbitante, si es un aporte significativo dentro del desarrollo económico del país, sin embargo, seguirá siendo una cifra que no alcance ningún objetivo específico, su funcionalidad se da gracias al aporte inicial que por medio de los subsidios son entregados por los gobiernos, y a eso se limita la ejecución de una microempresa que no tiene claro una visión de competitividad e innovación, y las cifras lo demuestran, según la investigación de la Universidad EAN, en un artículo publicado en la Revista Dinero en el 2015 afirman que “solamente el 50% de las mipymes colombianas sobreviven el primer año y solo el 20% al tercero”, se queda corta la labor o la intención del gobierno cual fuere su nivel, en subsidiar ideas microempresariales, de tipo industrial y/o comercial sí no se brinda el debido acompañamiento, articulado este con la academia, los estudios de mercado, el ofrecimiento de un bien o servicio con valor agregado, capaz de mantenerse en el mercado y salir de este a escalas mayores, pese a la competencia y la existencia de diversas ofertas.

Principalmente las medianas empresas son las que logran en algún momento exportar sus productos, pues se encuentran menos reservadas al momento de ingresar en mercados internacionales, tal como sí lo son las pequeñas empresas, siguiendo el artículo publicado por la Revista Dinero, afirman que según la Dian y Supersociedades, “entre el año 2000 y 2009 solo 25 de 1.500 empresas lograron mantenerse como exportadoras” es decir que tan solo el 1,6% del total de las empresas que ingresan al mercado internacional logran mantenerse. La cifra tan alta de las empresas que deben retirarse, se da, en principal instancia puesto que sus estudios de mercado fallan frente al consumidor final, porque sus bienes o servicios no tienen un valor agregado o llanamente porque no realizaron ningún estudio previo a su ingreso.

En Colombia aún falta más visión empresarial, iniciando por el Estado, cuando asigna anualmente recursos para la inversión a microempresarios que desean poner en marcha sus ideas de empresa, sin ningún tipo de estudio de mercado, articulado con las universidades que en ocasiones prestan sus estudios de manera gratuita, y el Consejo Privado de Competitividad lo reconoce, en su visión 2034 se propone osadamente,
“Ser el tercer país más competitivo de América Latina, con un nivel de ingreso per cápita equivalente al de un país de ingresos medio altos, a través de una economía exportadora de bienes y servicios de alto valor agregado e innovación, con un ambiente de negocios que incentive la inversión local y extranjera, propicie la convergencia regional, mejore las oportunidades de empleo formal, eleve la calidad de vida y reduzca significativamente los niveles de pobreza y desigualdad”.

La competitividad en Colombia debe nacer como primer ejercicio dentro de los mercados locales, viviendo la experiencia “exportadora” en los mercados regionales, entre departamentos, reconociendo la importancia de la participación de las universidades en la elaboración de planes empresariales concretos, basados en estudios de mercados que les permita asegurar una continuidad inicial en el mercado, que luego fidelizada con estrategias innovadoras, que involucrados con las tecnologías, permitan dar como resultado final un producto o servicio, de calidad internacional y una marca propia.



Bibliografía y enlaces bibliográficos
Universidad EAN, Grupos de Investigación, G3Pymes en: http://universidadean.edu.co/es/investigacion/g3pymes
Informe Nacional de Competitividad 2016 - 2017. (2016). Consejo Privado de Competitividad, Bogotá D.C.
Oppenheimer, A. (2014). ¡Crear o morir!: la esperanza de Latinoamérica y las cinco claves de la innovación. Debate.
Esser, K., Hillebrand, W., Messner, D., & Meyer-Stamer, J. (1996). Competitividad sistémica: nuevo desafío para las empresas y la política. Revista de la CEPAL.

Revista Dinero. (2015). ¿Por qué fracasan las Pymes en Colombia? Revista Dinero. En: http://www.dinero.com/economia/articulo/pymes-colombia/212958

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