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LA LIBERTAD DEL PENSAMIENTO HUMANO



Es este corto documento trataremos de buscar la respuesta a una hipótesis que quizá permaneció en mí, pero aun no me la preguntaba, y menos aún, le intentaba dar respuesta, el hombre esta tildado, esta domado por todas las cosas que se relacionan entre él: su ambiente, su familia, su trabajo, la misma sociedad.

Es por eso que surge la necesidad de preguntarse, ¿Es realmente el hombre libre en el momento de pensar?, Pues me plantee esta pregunta, un día cuando sin pensarlo observe el espacio, observe los murales llenos de letreros que invocaban con ansia cierta y con voz desesperada pero convencida… ¡usted libre!, Me quedé de pie por un minuto escuchando mi propia respiración, y me dije: ¡sí, claro! Respondí sin pensar: “yo soy libre, tengo mis derechos, soy mayor de edad, he adquirido mi libertad a medida que me hago más responsable y actúo con madurez, seriedad y sensatez”. Pero esa respuesta, me genero curiosidad.

El mundo en torno a su historia ha vivido los más grandes cambios que se han podido reflejar en la actualidad: las guerras, las revoluciones, las victorias, los casos más impactantes. Todos ellos, protagonizados por el hombre, el más fuerte personaje que permanece en cada uno de estos eventos,  y aun así, sigue siendo él, el propio protagonista de los desastres, de las desigualdades, de las injusticias.

El hombre ha tenido por siempre la oportunidad de cambiar y debatir la historia, su propia historia, él tiene el poder para trazar las líneas que considere necesarias para lograrlo, pero en su afán por cumplirlo, se ha visto inmerso en todos los procesos que han intervenido en su pasado: su ideología, sus intereses, sus gustos, sus ideas, sus palabras… su pensamiento.

El hombre en sí durante muchos años en el traspaso del tiempo, de los actos, acciones y revoluciones que han llevado al cambio natural de las condiciones que hoy como seres humanos, seres vivos que somos, hemos pretendido una lucha que durante todas estas situaciones ha querido lograr, la libertad, una condición la cual hemos querido lograr siempre, por todos los medios y de todas las formas en esto se hace notable las revoluciones, que pudieron vivir las diferentes generaciones, cada una teniendo un fin único, basado en sus propios intereses, costumbres, beneficios y objetivos.

Pero cada guerra es activa para lograr la liberación del rompimiento de las cadenas y el yugo que el esclavista pone en cada uno de estos. Los reyes, los emperadores, los jerarcas, los líderes, todos estos esclavistas, impositores de su creencia, de sus órdenes y sus leyes, dominados o no, siempre siguiendo al pie de la letra sus regímenes; hoy en día los esclavistas han cambiado, haciéndose más fuertes, más estrategas, más invisibles a la hora de imponer y esclavizar al hombre, a un hombre que como más adelante el filósofo Alemán Immanuel Kant, va a categorizar como un hombre menor de edad el cual, aun no se encuentra con la suficiente capacidad para sacar del claustro en el que su mente se encuentra, encerrado por sus propios deseos, por sus propias decisiones y por su propia posición, cada cual en muchas ocasiones teniendo la “libertad” de opinar, de creer y pensar nos esclavizamos nosotros mismos, ¡pero no!, el hombre iluso, vago de sus decisiones tomadas a la ligera y basadas en la decisión de otro.  No hay que sorprender, todos los hombres, somos ilusos, creyentes de lo que el hombre, otro iluso, ha creado.

Quizá estas letras no ayuden a despejar su mente por completo, pero si usted estimado lector, lee este documento con una mente abierta, sin posiciones, sin ideologías, sin títulos, sin límites, podrá comprender con facilidad, lo que el texto le quiere ofrecer. Es de su total crítica y neutralidad el compartir o por lo contrario el negar en absoluto lo que el mismo pretende comunicarle.

La libertad del pensamiento humano, es el tema que he querido abarcar, este es un documento abierto y se le da la posibilidad de adquirir el concepto de libertad, pensar y humanidad, por su propia concepción para que se puedan obtener diferentes desarrollos; si el texto logra su objetivo, muy seguramente al final llegaremos al mismo resultado, por lo tanto si desea tome tiempo para hacerlo antes de continuar con su lectura.

Vamos a indicar, que el hombre no es libre, no en su totalidad como siempre lo ha pretendido ser, aunque no tenga cadenas físicas que lo aten, látigos que lo golpeen, ni esclavistas que lo insulte, hay cientos de esclavistas al acecho, domando mentes, vistiendo cuerpos, haciendo que sus ojos “sin verse obligado” volteen a verle, y así sin que usted lo sepa, sin que usted lo sienta o ni siquiera vea a la simple imagen que ellos nos derivan.
Este no es un texto que intenta descifrar ni decir donde está la libertad y como obtenerla o ganarla, este texto quiere, por lo contrario confirmarle una verdad que está viva, en usted y en mí, y que es difícil pero no imposible mantenerse a salvo de la esclavitud. El hombre debe saber, primero, que es un iluso, que vive de la mentira de otros, de estos que son menos ilusos y plantean su posición, como la posición de la libertad, de la revolución, del cambio.

En ello se concluye que la única forma de salir de la esclavitud oscura e invisible, es cuestionarse a cada momento si lo que dije, pensé, creí o escribí estaba basado en algo o alguien, porque desde ahí empieza la lucha por salir de esa ilusión, de la minoría de edad a la que se refiere Kant, de la que tenemos que salir, no sabemos cuándo; pero si se puede, se podrá si se pone en cuestión lo que nos vamos a plantear y lo que pensamos. 

La esclavitud, es hoy invisible, pero más poderosa, existe la religión, el estado, las ideologías políticas, las tribus, los movimientos urbanos, los grupos sociales, la familia, los amigos, los compañeros, los docentes, los líderes, en fin, tantos actores que en nuestra vida y en la cotidianeidad de nuestros días influyen de manera directa o indirecta y que a su vez se vuelven protagonistas de la sociedad, invadiendo nuestros ambientes, nuestros espacios, siendo así casi imposible de evitarlos.
Cada uno de estos pueden llegar a ser dominaciones ideológicas y de pensamiento, algunas nos dan la creencia divina, un dios un ser supremo con mayor superioridad que el mismo hombre, es él, el fundamento de muchos la crítica de otros.

En otra, nos da la manera de vestir, que los pantalones negros, en tubo, grandes, cortos, anchos, etc. La gorra de medio lado, la cadena larga, las gafas redondas, preferiblemente sin mucho aumento, los zapatos grandes, de cuero, con taches. Un esclavista del que pensamos, somos libres.
Otro nos da la manera de pensar, a quien odiar, a quien seguir, por quien matar, y porque matar… que si soy conservador, si soy liberal, comunista, nacionalsocialista, marxista, de izquierda. Etc.
Otro piensa por mí, que tiene que llevarse una línea del pensamiento, y yo, de iluso, lo he seguido al pie de la letra, aun sin saber que soy esclavo de ello, o lo que podría llegar a ser peor, que lo sepa.

En la familia es el ejemplo más firme y quizá el más libre de todos, que si la mamá dijo como tender la cama y porque hacerlo de esa manera, que la abuela le indico como cepillarse los dientes porque es la tradición de la familia, en fin.
En otra nos dicen cuál es la verdad, nos dicen como ver la realidad y la conciencia, en los libros por supuesto, que si leemos a Marx, a Weber, a Platón, a Sócrates, a Newton, y a Hawking. Las anteriores fueron las visiones más claras de la esclavitud, “pienso como otro, porque este lo pensó bien” y así en ese orden de ideas podemos concluir que somos esclavos de todo lo que veo, lo que siento, lo que compro y de lo que pienso, es por esto que Kant nos ayudara a identificar estos comportamientos. Infortunadamente este texto y su autor, son esclavos de Kant, para afirmar lo que se dice.

El empieza indicando que la ilustración, la razón, es decir la fuerza que se necesita para llevar el rumbo de nuestras acciones, es: “La salida del hombre de su condición de menor de edad de la cual el mismo es culpable.” Culpable porque aun sabiendo que es y somos esclavos, no somos capaces de llevar la iniciativa de salir de esa minoría y estancamos en ella, porque es la manera más práctica de vivir, sin pensar, simplemente siguiendo el orden y lo que nos dicen, por eso Kant no nos va indicar en donde está la ilustración ni como obtenerla; pero nos da una pauta para iniciar, “Ten valor de servirte de tu propio entendimiento.” Así es, entender y aceptar, porque si yo entiendo lo que pasa a mi alrededor, me doy cuenta y acepto que soy esclavo, que soy un hombre iluso, y entiendo que lo que he visto, es producto de lo que otros hombres menos ilusos que yo, quisieron hacer de mí.

Por eso es que se plantea la pregunta: ¿Soy como soy, por mi propio entendimiento, mis propios ideales, mis propios objetivos y de mi propia aspiración como persona? No sea tan apresurado como el autor, al responder, porque ese error, lo llevo a compartir con ustedes este texto.

Analicemos:

Si tengo un libro que piensa por mí, un pastor que reemplaza mi conciencia, un médico que dictamina acerca de mi dieta, y así sucesivamente, no necesitaré esforzarme. Si solo puedo pagar, no tengo necesidad de pensar: otro asumirá por mi tan fastidiosa tarea. (Kant, 1990)

El autor citado afirma que el hombre está dominado por todo lo que le rodea y aun teniéndolo presente, lo acepta y lo calla, porque es mejor para el hombre menor de edad, mantenerse al margen de lo que realmente le genere la actividad de pensar u opinar, y a su vez nos compara con un grupo de vacas que se encuentran en igual condición que nosotros, los hombres.

Después de haber atontado a su ganado doméstico y de haber impedido cuidadosamente que estas pacificas criaturas nos osen dar un solo paso fuera de las andaderas en que las encerraron, les muestras luego el riesgo que las amenaza si intentan marchar solas. (Kant, 1990)

Cuando el hombre toma la decisión de tener propiedad de todos sus comportamientos, llegara a lugar las críticas, los insultos, los desprecios, el escarnio, en donde se es visto por ejemplo: que la iglesia lo excomulgará, lo marcará como engendro del demonio, como ateo, y gran opositor del mandato divino, en ello la sociedad lo juzgará y lo apartaran.
Su partido político, lo expulsará, lo mantendrá vigilado, lo tomara como fuerte opositor de “las ideas del pueblo” solo por coger unas sendas diferentes a las del suyo, le hará caer públicamente y lo apartará de la actividad propia.

Su grupo urbano lo amenazara, lo abandonará y en muchas ocasiones le castigará por haber cambiado su forma de vestir, de hablar y de pensar sin seguir los lineamientos y las tradiciones que se llevaban en el mismo, ahora este, ha traicionado a sus “hermanos”.
¿Son muy exageradas estas afirmaciones? ¡No!, son experiencias vividas a través de la historia, con actores, protagonistas, víctimas y victimarios que algún día tuvieron que presenciarlas, algunos aún viven para contarlo, pero otros perecieron en su lucha incesante por la verdadera libertad. “Por ello son pocos los que han logrado, gracias a un esfuerzo del propio espíritu, salir de la minoría de edad y andar, sin embargo, con paso seguro.”

Eso explica a lo que la hipótesis se planteaba, no hay mejor camino para salir de la ignorancia, de la ilusión, de la minoría de edad, que tomar decisión y tener la fuerza para acarrear todo lo que ello conlleva, por eso es que se dice, que nosotros los hombres no somos libres, nuestra esencia está, en otorgar la libertad a la idea más fácil que nos vendieron y aún iluso, me convencí de serlo, encerrado en la misma. ¿Quiénes? Esa pregunta la responde usted, pregúntese hoy, si es esclavo de lo anterior o si por lo contrario tiene otro tipo de dominación, otro esclavista, pero de algo si estoy seguro, ¡usted ni yo, somos libres!

Para esa ilustración solo se exige libertad, y por cierto, la más inofensiva de las que puedan llamarse libertad, a saber: la libertad de hacer uso público de la propia razón en todo respecto. Sin embargo oigo exclamar por doquier: ¡no razones! El oficial dice: ¡no razones, (adiéstrate! El consejero de finanzas; ¡no razones, sino paga! El pastor; ¡no razones, sino cree! (Solo un único señor en el mundo dice: ¡razonad todo lo que queráis, pero obedeced!) por todos lados limitaciones de la liberta. Pero, ¿Qué limitación impide la ilustración y cual por el contrario la fomenta? (Kant, 1990)

Más adelante encontraremos la respuesta que Kant se planteó a la pregunta formulada, pero es importante, ahora, lograr comparar junto con el texto, mis conceptos de libertad, así podremos saber si el objetivo del texto se ha cumplido. 
Por lo tanto cabe indicar que depende de cada quien lograr la salida de esta esclavitud que nos impone sus reglas, lo peor es que esta esclavitud produce ceguera a sus esclavos, es más fuerte que cualquier otra, porque nosotros como hombres en medio de nuestra personalidad arrogante, orgullosa y cerrada, nos centramos en lo que ¡ya somos!, Pero ese “ya somos”, no es lo que propiamente quiere decir, sino un ¡ya somos lo que otros quisieron que fuéramos! Los invito para que cada uno, responsable de lo que hace, dice y piensa, se critique y se cuestione así mismo acerca de ello.

Hemos llegado a la conclusión que el hombre no tiene un pensamiento libre, puesto que hay muchos factores que lo atan y lo mantienen como el ganado, encerrado entre las vallas eléctricas, preso de la oportunidad de salir, porque al intentarlo, se encontrara de cara con el riesgo que lo conlleva.

A la respuesta que Kant índico, frente a la pregunta anteriormente expuesta, y con ella cerramos definitivamente este texto.

“Respondo: el uso público de la razón debe ser libre siempre, y es el único que puede producir la ilustración de los hombres.” (Kant, 1990)


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